FOURTH ANNIVERSARY / CUARTO ANIVERSARIO

Four years ago, I never would have imagined that I would be alive today. Addiction felt like being trapped in a deep coma—over thirty years without light, without Self, without essence. There was only guilt, attack, and an overwhelming sense of being lost. I lived in that dark pit, believing there was no way out, until a miracle occurred, born from desperation. I remember that day, after consuming as if the world was about to end, repeating to myself: I don't want to be here anymore, I don’t want to keep living like this. This isn't life. This can't be all there is. There must be something more!

   Two days later, it happened. I didn’t call my dealer again. I simply felt it wasn’t worth it anymore, that there was an immense weariness in continuing the cycle. That day, I surrendered. And surrendering doesn’t mean giving up; surrendering is letting go, it is handing yourself over to something greater than yourself. People talk about willpower, but for me, it was something deeper. Yes, there was will, but it wasn’t that constant struggle. It was the will to forgive, to let go of the wrong path I had chosen, to step away from the character I had created, that false self that kept me imprisoned.

   At that moment, I didn’t know that the path I was taking was toward Love, that state of consciousness where I no longer see others as allies or enemies, but as brothers and sisters. Today, after these four years, I look back with immense gratitude. The Truth has shown me that there is another way to live, one guided by the love that I truly am, by the kindness that has always been within me.

   Not everything has been an easy path, but nothing compares to the darkness I found myself in for so long. An endless cycle where everything repeated over and over, waiting for me to learn the lesson. The ego doesn’t allow learning; it only yearns for what could have been.

   I have learned so much during this time. I acknowledge and thank all the teachers life has placed—and will place—before me. People and situations that have shown me what I needed to see. I’ve learned to take responsibility, to discern between facts and the interpretations I’ve constructed based on my beliefs. And perhaps one of the most important lessons has been learning to question. To question my beliefs, my patterns, my habits. What’s the purpose behind this? What am I trying to protect or defend?

   How many times have I told myself: I can’t believe it, the same thing always happens to me. But now I know that it’s not the world doing this to me, but my own interpretations of the past projecting into my present. And that awareness has given me freedom—the freedom to choose again. Questioning has been key. Asking myself, as I did four years ago, if this is all there is. Questioning and having the certainty that yes, there is something more, something bigger than me.

   The willingness to see, to open myself to a new perception, was the first step on this path toward Love. And for that, today I celebrate these four years with gratitude—for what I’ve lived, for what I’ve learned, and for what is yet to come.

__________________________________________________________________

   Hace cuatro años, nunca hubiera imaginado que hoy seguiría viva. La adicción se sentía como estar atrapada en un coma profundo: más de treinta años sin luz, sin mi Yo, sin esencia. Solo había culpa, ataques y una abrumadora sensación de estar perdida. Vivía en ese pozo oscuro, creyendo que no había salida, hasta que ocurrió un milagro, nacido de la desesperación. Recuerdo ese día, después de consumir como si el mundo fuera a terminar, repitiéndome a mí misma: Ya no quiero estar aquí, no quiero seguir viviendo así. Esto no es vida. Esto no puede ser todo. ¡Tiene que haber algo más!

   Dos días después, sucedió. No llamé a mi camello de nuevo. Simplemente sentí que ya no valía la pena, que había un inmenso cansancio en continuar con ese ciclo. Ese día, me rendí. Y rendirse no significa darse por vencido; rendirse es soltar, es entregarse a algo más grande que uno mismo. La gente habla de fuerza de voluntad, pero para mí fue algo más profundo. Sí, hubo voluntad, pero no era esa lucha constante. Era la voluntad de perdonar, de dejar atrás el camino equivocado que había escogido, de alejarme del personaje que había creado, ese falso yo que me mantenía prisionera.

   En ese momento, no sabía que el camino que estaba tomando era hacia el Amor, ese estado de conciencia en el que ya no veo a los demás como aliados o enemigos, sino como hermanos y hermanas. Hoy, después de estos cuatro años, miro hacia atrás con una gratitud inmensa. La Verdad me ha mostrado que hay otra forma de vivir, una guiada por el amor que realmente soy, por la bondad que siempre ha estado en mí.

   No todo ha sido un camino fácil, pero nada se compara con la oscuridad en la que me encontré durante tanto tiempo. Un ciclo interminable donde todo se repetía una y otra vez, esperando que aprendiera la lección. El ego no permite aprender; solo ansía lo que podría haber sido.

   He aprendido mucho durante este tiempo. Reconozco y agradezco a todos los maestros que la vida ha puesto—y pondrá—frente a mí. Personas y situaciones que me han mostrado lo que necesitaba ver. He aprendido a responsabilizarme, a discernir entre los hechos y las interpretaciones que he construido a partir de mis creencias. Y quizá una de las lecciones más importantes ha sido aprender a cuestionar. Cuestionar mis creencias, mis patrones, mis hábitos. ¿Para qué hago lo que hago? ¿Qué estoy intentando proteger o defender?

   ¿Cuántas veces me he dicho: ¿No puedo creerlo, siempre me pasa lo mismo? Pero ahora sé que no es el mundo haciéndome esto, sino mis propias interpretaciones del pasado proyectándose en mi presente. Y esa conciencia me ha dado libertad: la libertad de elegir de nuevo. Cuestionarme ha sido clave. Preguntarme, como hice hace cuatro años, si esto es todo lo que hay. Cuestionarme y tener la certeza de que sí, hay algo más, algo más grande que yo.

   La voluntad para ver, a abrirme a una nueva percepción, fue el primer paso en este camino hacia el Amor. Y por eso, hoy celebro estos cuatro años con gratitud: por lo que he vivido, por lo que he aprendido y por lo que está por venir.